Ya no nos invitamos a las casas; ahora los encuentros son en el bar o el restaurante. Ya no compartimos la intimidad del hogar. La verdad es que tenemos tantos conocidos… pero: ¿tenemos amigos de verdad, personas a las que abrimos nuestro corazón y que ellos lo abren a nosotros? En esta realidad que hoy vivimos hemos perdido profundidad en nuestras relaciones y, por lo tanto, a pesar de estar rodeados de tanta gente, nuestra soledad crece.
También esto nos sucede en nuestra vida de fe. Cumplimos con las fechas indicadas y muchas veces nos conformamos con un padrenuestro antes de dormir. Nuestra relación con Jesús es tan superficial que no tenemos idea de quién sea.
Hoy el Evangelio nos llama a buscar una relación profunda con Cristo. Hoy Jesús nos invita a quedarnos con Él en su casa, quiere que lo conozcamos, quiere que sepamos cuánto nos ama y lo felices que desea que seamos.
Agradezcamos al Señor su invitación generosa y desinteresada. Pidámosle que nos ayude a buscar una relación más profunda con Él para que, más unidos a Jesús, podamos también hacer crecer y profundizar nuestra relación con las personas que Dios nos ha puesto en nuestro camino.